Texto:
Los dos reyes y los dos laberintos
Jorge Luis Borges
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: “Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso.” Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.
Disponible en https://ciudadseva.com/texto/los-dos-reyes-y-los-dos-laberintos/. Accsesado en 13 de ago. 2018.
En el segmento a seguir, destacado en el texto “Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día.”, identifique la función de los elementos señalados “le”, “se” y “lo”, respectivamente.
Texto:
Aborto: las luces verdes se apagaron entre lágrimas, bronca y desazón
"¡Que sea ley!", fue el grito que se escuchó durante toda la vigilia. La victoria del "No" finalizó con una triste procesión
"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!". A las dos y media de esta madrugada, cuando faltaban tan solo unos minutos para la votación histórica que podría convertir la Interrupción Voluntaria del Embarazo en un derecho más, del lado verde quedaban los jóvenes. Helaba, había viento, el día había sido largo. Pero los miles de chicos y chicas que seguían allí, pegados al Congreso, seguían pidiendo"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!".
Del otro lado de las vallas, del lado celeste que se oponía a la legalización, llegaba música de fiesta, muy fuerte, muy alta. Del lado verde respondían con los pañuelos en alto, con sus canciones de batalla: “¡Aborto legal en el hospital!”. Pero las voces no podían con los altoparlantes alquilados.
Junto a las vallas también había fuego. Las fogatas fueron muchas, improvisadas con cajones de madera de las verdulerías, y fueron lo único que aplacó la temperatura que parecía polar junto a la Plaza del Congreso.
Un camión hidrante de la Policía estaba apostado ahí cerquita, y en un momento abrió sus chorros, que empaparon a muchos de los chicos que esperaban el resultado. “¡Son la dictadura!”, empezaron a gritar. Algunos tiraron botellas que había por el piso.
Dos y cuarenta, Gabriela Michetti, al frente de la sesión especial, anunció que se iba a votar. Del lado verde no había pantalla con imágenes del recinto, pero su voz llegaba desde el lado celeste, donde sí había trasmisión en vivo.
La expectativa era grande, aunque las cartas ya estaban todas jugadas sobre la mesa y la votación por el “no” era claramente un hecho. Igual, los chicos se abrazaron, se tomaron de las manos, cerraron sus círculos alrededor de sus fogatas y escucharon: “38 por el no, 31 por el sí, dos abstenciones”.
Los láser verdes que iluminaban la cúpula se apagaron. Las lágrimas comenzaron a brotar destiñendo mejillas pintadas de verde. Las purpurinas se licuaron con los sollozos y la bronca.
Mientras, del lado celeste, todo parecía una fiesta: los fuegos artificiales comenzaron a hacer sus estruendos de colores en el cielo cubierto, duraron muchos minutos, lo suficiente para tomarlos como una provocación. “¡Anti derechos! ¡Anti derechos!”, gritaron muchos.
Y comenzaron los cánticos: “¡Poder popular! ¡Poder popular!”, "¡Se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer!". Se escucharon algunos gritos, hubo corridas. La calle estaba resbalosa, llena de paraguas rotos. Los problemas fueron con un grupo menor. La mayoría comenzó la retirada por Callao hacia Corrientes como en una triste procesión. Un grupo de chicas había escrito con pintura negra una sábana enorme: “Háganse cargo de sus muertas”.
Pero muchos, también, iban con sus cabezas bien en alto, los brazos arriba. “¡Iglesia, basura, vos son la dictadura! ¡Iglesia, basura, vos sos la dictadura!”. Esa consigna quedó clara en esta jornada histórica: los pañuelos más vendidos fueron los naranjas, que piden la separación de la Iglesia y el Estado.
INGLESIAS, Mariana. Disponible en <https://www.clarin.com/sociedad/aborto-luces-verdes-apagaron-lagrimas-broncadesazon_0_SJ78FvFHQ.html>. Accesado en 12 de ago. 2018. Adaptado.
El texto fue extraído del periódico de Argentina Clarín (del día 09/08/2018) y se refiere a la votación de la ley de legalización del aborto en el país. De la lectura del texto, se puede afirmar que
Texto:
Aborto: las luces verdes se apagaron entre lágrimas, bronca y desazón
"¡Que sea ley!", fue el grito que se escuchó durante toda la vigilia. La victoria del "No" finalizó con una triste procesión
"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!". A las dos y media de esta madrugada, cuando faltaban tan solo unos minutos para la votación histórica que podría convertir la Interrupción Voluntaria del Embarazo en un derecho más, del lado verde quedaban los jóvenes. Helaba, había viento, el día había sido largo. Pero los miles de chicos y chicas que seguían allí, pegados al Congreso, seguían pidiendo"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!".
Del otro lado de las vallas, del lado celeste que se oponía a la legalización, llegaba música de fiesta, muy fuerte, muy alta. Del lado verde respondían con los pañuelos en alto, con sus canciones de batalla: “¡Aborto legal en el hospital!”. Pero las voces no podían con los altoparlantes alquilados.
Junto a las vallas también había fuego. Las fogatas fueron muchas, improvisadas con cajones de madera de las verdulerías, y fueron lo único que aplacó la temperatura que parecía polar junto a la Plaza del Congreso.
Un camión hidrante de la Policía estaba apostado ahí cerquita, y en un momento abrió sus chorros, que empaparon a muchos de los chicos que esperaban el resultado. “¡Son la dictadura!”, empezaron a gritar. Algunos tiraron botellas que había por el piso.
Dos y cuarenta, Gabriela Michetti, al frente de la sesión especial, anunció que se iba a votar. Del lado verde no había pantalla con imágenes del recinto, pero su voz llegaba desde el lado celeste, donde sí había trasmisión en vivo.
La expectativa era grande, aunque las cartas ya estaban todas jugadas sobre la mesa y la votación por el “no” era claramente un hecho. Igual, los chicos se abrazaron, se tomaron de las manos, cerraron sus círculos alrededor de sus fogatas y escucharon: “38 por el no, 31 por el sí, dos abstenciones”.
Los láser verdes que iluminaban la cúpula se apagaron. Las lágrimas comenzaron a brotar destiñendo mejillas pintadas de verde. Las purpurinas se licuaron con los sollozos y la bronca.
Mientras, del lado celeste, todo parecía una fiesta: los fuegos artificiales comenzaron a hacer sus estruendos de colores en el cielo cubierto, duraron muchos minutos, lo suficiente para tomarlos como una provocación. “¡Anti derechos! ¡Anti derechos!”, gritaron muchos.
Y comenzaron los cánticos: “¡Poder popular! ¡Poder popular!”, "¡Se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer!". Se escucharon algunos gritos, hubo corridas. La calle estaba resbalosa, llena de paraguas rotos. Los problemas fueron con un grupo menor. La mayoría comenzó la retirada por Callao hacia Corrientes como en una triste procesión. Un grupo de chicas había escrito con pintura negra una sábana enorme: “Háganse cargo de sus muertas”.
Pero muchos, también, iban con sus cabezas bien en alto, los brazos arriba. “¡Iglesia, basura, vos son la dictadura! ¡Iglesia, basura, vos sos la dictadura!”. Esa consigna quedó clara en esta jornada histórica: los pañuelos más vendidos fueron los naranjas, que piden la separación de la Iglesia y el Estado.
INGLESIAS, Mariana. Disponible en <https://www.clarin.com/sociedad/aborto-luces-verdes-apagaron-lagrimas-broncadesazon_0_SJ78FvFHQ.html>. Accesado en 12 de ago. 2018. Adaptado.
¿Quiénes son los verdes y quiénes son los celestes?
Texto:
Aborto: las luces verdes se apagaron entre lágrimas, bronca y desazón
"¡Que sea ley!", fue el grito que se escuchó durante toda la vigilia. La victoria del "No" finalizó con una triste procesión
"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!". A las dos y media de esta madrugada, cuando faltaban tan solo unos minutos para la votación histórica que podría convertir la Interrupción Voluntaria del Embarazo en un derecho más, del lado verde quedaban los jóvenes. Helaba, había viento, el día había sido largo. Pero los miles de chicos y chicas que seguían allí, pegados al Congreso, seguían pidiendo"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!".
Del otro lado de las vallas, del lado celeste que se oponía a la legalización, llegaba música de fiesta, muy fuerte, muy alta. Del lado verde respondían con los pañuelos en alto, con sus canciones de batalla: “¡Aborto legal en el hospital!”. Pero las voces no podían con los altoparlantes alquilados.
Junto a las vallas también había fuego. Las fogatas fueron muchas, improvisadas con cajones de madera de las verdulerías, y fueron lo único que aplacó la temperatura que parecía polar junto a la Plaza del Congreso.
Un camión hidrante de la Policía estaba apostado ahí cerquita, y en un momento abrió sus chorros, que empaparon a muchos de los chicos que esperaban el resultado. “¡Son la dictadura!”, empezaron a gritar. Algunos tiraron botellas que había por el piso.
Dos y cuarenta, Gabriela Michetti, al frente de la sesión especial, anunció que se iba a votar. Del lado verde no había pantalla con imágenes del recinto, pero su voz llegaba desde el lado celeste, donde sí había trasmisión en vivo.
La expectativa era grande, aunque las cartas ya estaban todas jugadas sobre la mesa y la votación por el “no” era claramente un hecho. Igual, los chicos se abrazaron, se tomaron de las manos, cerraron sus círculos alrededor de sus fogatas y escucharon: “38 por el no, 31 por el sí, dos abstenciones”.
Los láser verdes que iluminaban la cúpula se apagaron. Las lágrimas comenzaron a brotar destiñendo mejillas pintadas de verde. Las purpurinas se licuaron con los sollozos y la bronca.
Mientras, del lado celeste, todo parecía una fiesta: los fuegos artificiales comenzaron a hacer sus estruendos de colores en el cielo cubierto, duraron muchos minutos, lo suficiente para tomarlos como una provocación. “¡Anti derechos! ¡Anti derechos!”, gritaron muchos.
Y comenzaron los cánticos: “¡Poder popular! ¡Poder popular!”, "¡Se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer!". Se escucharon algunos gritos, hubo corridas. La calle estaba resbalosa, llena de paraguas rotos. Los problemas fueron con un grupo menor. La mayoría comenzó la retirada por Callao hacia Corrientes como en una triste procesión. Un grupo de chicas había escrito con pintura negra una sábana enorme: “Háganse cargo de sus muertas”.
Pero muchos, también, iban con sus cabezas bien en alto, los brazos arriba. “¡Iglesia, basura, vos son la dictadura! ¡Iglesia, basura, vos sos la dictadura!”. Esa consigna quedó clara en esta jornada histórica: los pañuelos más vendidos fueron los naranjas, que piden la separación de la Iglesia y el Estado.
INGLESIAS, Mariana. Disponible en <https://www.clarin.com/sociedad/aborto-luces-verdes-apagaron-lagrimas-broncadesazon_0_SJ78FvFHQ.html>. Accesado en 12 de ago. 2018. Adaptado.
¿Qué significan, respectivamente, las palabras subrayadas del título del texto: “Aborto: las luces verdes se apagaron entre lágrimas, bronca y desazón”?
Texto:
Aborto: las luces verdes se apagaron entre lágrimas, bronca y desazón
"¡Que sea ley!", fue el grito que se escuchó durante toda la vigilia. La victoria del "No" finalizó con una triste procesión
"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!". A las dos y media de esta madrugada, cuando faltaban tan solo unos minutos para la votación histórica que podría convertir la Interrupción Voluntaria del Embarazo en un derecho más, del lado verde quedaban los jóvenes. Helaba, había viento, el día había sido largo. Pero los miles de chicos y chicas que seguían allí, pegados al Congreso, seguían pidiendo"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!".
Del otro lado de las vallas, del lado celeste que se oponía a la legalización, llegaba música de fiesta, muy fuerte, muy alta. Del lado verde respondían con los pañuelos en alto, con sus canciones de batalla: “¡Aborto legal en el hospital!”. Pero las voces no podían con los altoparlantes alquilados.
Junto a las vallas también había fuego. Las fogatas fueron muchas, improvisadas con cajones de madera de las verdulerías, y fueron lo único que aplacó la temperatura que parecía polar junto a la Plaza del Congreso.
Un camión hidrante de la Policía estaba apostado ahí cerquita, y en un momento abrió sus chorros, que empaparon a muchos de los chicos que esperaban el resultado. “¡Son la dictadura!”, empezaron a gritar. Algunos tiraron botellas que había por el piso.
Dos y cuarenta, Gabriela Michetti, al frente de la sesión especial, anunció que se iba a votar. Del lado verde no había pantalla con imágenes del recinto, pero su voz llegaba desde el lado celeste, donde sí había trasmisión en vivo.
La expectativa era grande, aunque las cartas ya estaban todas jugadas sobre la mesa y la votación por el “no” era claramente un hecho. Igual, los chicos se abrazaron, se tomaron de las manos, cerraron sus círculos alrededor de sus fogatas y escucharon: “38 por el no, 31 por el sí, dos abstenciones”.
Los láser verdes que iluminaban la cúpula se apagaron. Las lágrimas comenzaron a brotar destiñendo mejillas pintadas de verde. Las purpurinas se licuaron con los sollozos y la bronca.
Mientras, del lado celeste, todo parecía una fiesta: los fuegos artificiales comenzaron a hacer sus estruendos de colores en el cielo cubierto, duraron muchos minutos, lo suficiente para tomarlos como una provocación. “¡Anti derechos! ¡Anti derechos!”, gritaron muchos.
Y comenzaron los cánticos: “¡Poder popular! ¡Poder popular!”, "¡Se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer!". Se escucharon algunos gritos, hubo corridas. La calle estaba resbalosa, llena de paraguas rotos. Los problemas fueron con un grupo menor. La mayoría comenzó la retirada por Callao hacia Corrientes como en una triste procesión. Un grupo de chicas había escrito con pintura negra una sábana enorme: “Háganse cargo de sus muertas”.
Pero muchos, también, iban con sus cabezas bien en alto, los brazos arriba. “¡Iglesia, basura, vos son la dictadura! ¡Iglesia, basura, vos sos la dictadura!”. Esa consigna quedó clara en esta jornada histórica: los pañuelos más vendidos fueron los naranjas, que piden la separación de la Iglesia y el Estado.
INGLESIAS, Mariana. Disponible en <https://www.clarin.com/sociedad/aborto-luces-verdes-apagaron-lagrimas-broncadesazon_0_SJ78FvFHQ.html>. Accesado en 12 de ago. 2018. Adaptado.
Cuáles son, respectivamente, las clasificaciones de los tiempos verbales del indicativo subrayados en el fragmento: “Un camión hidrante de la Policía estaba apostado ahí cerquita, y en un momento abrió sus chorros, que empaparon a muchos de los chicos que esperaban el resultado”
Texto:
Aborto: las luces verdes se apagaron entre lágrimas, bronca y desazón
"¡Que sea ley!", fue el grito que se escuchó durante toda la vigilia. La victoria del "No" finalizó con una triste procesión
"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!". A las dos y media de esta madrugada, cuando faltaban tan solo unos minutos para la votación histórica que podría convertir la Interrupción Voluntaria del Embarazo en un derecho más, del lado verde quedaban los jóvenes. Helaba, había viento, el día había sido largo. Pero los miles de chicos y chicas que seguían allí, pegados al Congreso, seguían pidiendo"¡Que sea ley! ¡Que sea ley!".
Del otro lado de las vallas, del lado celeste que se oponía a la legalización, llegaba música de fiesta, muy fuerte, muy alta. Del lado verde respondían con los pañuelos en alto, con sus canciones de batalla: “¡Aborto legal en el hospital!”. Pero las voces no podían con los altoparlantes alquilados.
Junto a las vallas también había fuego. Las fogatas fueron muchas, improvisadas con cajones de madera de las verdulerías, y fueron lo único que aplacó la temperatura que parecía polar junto a la Plaza del Congreso.
Un camión hidrante de la Policía estaba apostado ahí cerquita, y en un momento abrió sus chorros, que empaparon a muchos de los chicos que esperaban el resultado. “¡Son la dictadura!”, empezaron a gritar. Algunos tiraron botellas que había por el piso.
Dos y cuarenta, Gabriela Michetti, al frente de la sesión especial, anunció que se iba a votar. Del lado verde no había pantalla con imágenes del recinto, pero su voz llegaba desde el lado celeste, donde sí había trasmisión en vivo.
La expectativa era grande, aunque las cartas ya estaban todas jugadas sobre la mesa y la votación por el “no” era claramente un hecho. Igual, los chicos se abrazaron, se tomaron de las manos, cerraron sus círculos alrededor de sus fogatas y escucharon: “38 por el no, 31 por el sí, dos abstenciones”.
Los láser verdes que iluminaban la cúpula se apagaron. Las lágrimas comenzaron a brotar destiñendo mejillas pintadas de verde. Las purpurinas se licuaron con los sollozos y la bronca.
Mientras, del lado celeste, todo parecía una fiesta: los fuegos artificiales comenzaron a hacer sus estruendos de colores en el cielo cubierto, duraron muchos minutos, lo suficiente para tomarlos como una provocación. “¡Anti derechos! ¡Anti derechos!”, gritaron muchos.
Y comenzaron los cánticos: “¡Poder popular! ¡Poder popular!”, "¡Se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer!". Se escucharon algunos gritos, hubo corridas. La calle estaba resbalosa, llena de paraguas rotos. Los problemas fueron con un grupo menor. La mayoría comenzó la retirada por Callao hacia Corrientes como en una triste procesión. Un grupo de chicas había escrito con pintura negra una sábana enorme: “Háganse cargo de sus muertas”.
Pero muchos, también, iban con sus cabezas bien en alto, los brazos arriba. “¡Iglesia, basura, vos son la dictadura! ¡Iglesia, basura, vos sos la dictadura!”. Esa consigna quedó clara en esta jornada histórica: los pañuelos más vendidos fueron los naranjas, que piden la separación de la Iglesia y el Estado.
INGLESIAS, Mariana. Disponible en <https://www.clarin.com/sociedad/aborto-luces-verdes-apagaron-lagrimas-broncadesazon_0_SJ78FvFHQ.html>. Accesado en 12 de ago. 2018. Adaptado.
La autora del texto