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Racismo en Perú: «Nos criamos en un país estructuralmente racista»
Según el escritor y periodista Marco Avilés (1978), el racismo es la creencia de que algunas personas son inferiores debido a su color, a su cultura, a su origen, a su clase o a una mezcla de todos esos ingredientes.
P: ¿Cuál es el grupo más afectado por el racismo en el Perú?
R: Se podría decir que históricamente los indígenas y los afroperuanos. Sin embargo, el racismo carga de violencia la realidad entera. Los cholos migrantes hemos sufrido una presión social enorme para dejar de hablar quechua. Despojarte de tu idioma es una tragedia solo tolerable bajo la utopía del mestizaje. En mi caso, no haberlo aprendido, impide que me comunique con mi abuela y con las personas de mi comunidad de origen sin recurrir a un intérprete. Cortó mis lazos. Dejar de considerarme mestizo y llamarme «cholo» ha sido un primer peldaño para comenzar a reconocer mi identidad indígena. Y eso soy. Soy un indígena urbano.
P:¿Cuáles son los comportamientos típicamente racistas más frecuentes y que muchas personas no perciben como tales?
R: Hay muchos. Decir que todos somos mestizos, por ejemplo, o decir que todos somos cholos. Ambas son maneras de invisibilizar a otras identidades. Decir que el racismo es un asunto de resentidos o un asunto del pasado, también. Ver el racismo y entenderlo exige esfuerzo, experiencia, educación, empatía. Que no hayas sufrido discriminación directa no significa que esta no exista. La falta de representación es otro problema gigantesco. Los afroperuanos y los indígenas casi no existen en la mayoría de espacios de gobierno, ni en la publicidad, ni en los medios de comunicación, ni en los festivales literarios o de arte. Los que abundan son los ciudadanos blancos y mestizos. Entre los peruanos es frecuente llamarnos en términos coloquiales por nuestros rasgos étnicos predominantes. Es común que alguien nos diga «cholo», «negro», «chino» sin una aparente intencionalidad ofensiva. Tanto es así que muchos aceptamos ser llamados de ese modo sin sentirnos agraviados.
P: Marco, ¿esto también se puede considerar una práctica racista?
R: Ah, un clásico de ayer y hoy. Nos llamamos así porque tenemos la costumbre de leernos la piel todo el tiempo. Asumimos que las personas somos, sobre todo, nuestras características físicas. Una de las cosas que me llamó la atención de vivir en Estados Unidos es que allá ocurre lo contrario. Las personas evitan mencionar las características físicas de cualquier calibre y menos las referidas a la piel. Que alguien te diga «negro» allá sería un escándalo.
P: El debate sobre el racismo se lleva a cabo de manera más frecuente en las redes sociales que en los medios tradicionales. Este debate, sin embargo, contiene reiteradas expresiones indignadas que no facilitan un diálogo que permita comprender el problema y, por consiguiente, corregir actitudes. ¿Cómo podemos conversar sobre el racismo sin caer en la agresión mutua?
R: Las redes son como los videojuegos, y todos los que las usamos andamos obsesionados con los clics, con los likes, con tener la última palabra. Las redes son magníficas para la denuncia y para visibilizar lo que está mal, pero son plataformas limitadas para la conversación. O estás de acuerdo conmigo o no estás. Y si no lo estás, te insulto o te bloqueo. Toda conversación o debate de fondo sobre racismo debe realizarse necesariamente fuera de las redes sociales. Para esto, es vital que existan espacios: programas de tele, de radio, conferencias, cursos... Es allí, en la realidad, donde vamos a poder entendernos y aprender sobre racismo sin agredirnos en el intento. Por eso, me parece buenísimo que ahora exista este espacio de reflexión.
P: ¿Qué podemos hacer para identificar y erradicar prácticas racistas de la vida cotidiana?
R: El racismo en nuestro país ha sido durante mucho tiempo un tabú. No se hablaba de él. A muchas personas les daba vergüenza decir que habían sido discriminadas, por ejemplo. Y las personas que discriminan van a la defensiva, rehuyendo de las conversaciones incómodas. Por eso, un primer indicador para observar nuestra relación con el racismo es analizar qué tanto hablamos de él en nuestro entorno, con nuestros amigos, colegas, familiares. ¿A menudo? ¿Solo a veces? ¿Nunca? Si tus respuestas son las dos últimas, tienes muchísimo por hacer.
Internet: bbva.com/es (con adaptaciones).
Según el entrevistado del texto, una forma posible de eliminar el racismo es