Cartas de mamá (Las armas secretas, 1959)
Julio Cortázar (1914-1984)
Muy bien hubiera podido llamarse libertad condicional. Cada vez que la portera le entregaba un sobre, a Luis le
bastaba reconocer la minúscula cara familiar de José de San Martín para comprender que otra vez más habría de
franquear el puente. San Martín, Rivadavia, pero esos nombres eran también imágenes de calles y de cosas, Rivadavia
al seis mil quinientos, el caserón de Flores, mamá, el café de San Martín y Corrientes donde lo esperaban a
[5] veces los amigos, donde el mazagrán tenía un leve gusto a aceite de ricino. Con el sobre en la mano, después del
Merci bien, madame Durand, salir a la calle no era ya lo mismo que el día anterior, que todos los días anteriores.
Cada carta de mamá (aun antes de eso que acababa de ocurrir, este absurdo error ridículo) cambiaba de golpe la
vida de Luis, lo devolvía al pasado como un duro rebote de pelota. __________ antes de eso que acababa de leer
– y que ahora releía en el autobús entre enfurecido y perplejo, sin acabar de convencerse –, las cartas de mamá;
[10] eran siempre una alteración del tiempo, un pequeño escándalo inofensivo dentro del orden de cosas que Luis había
querido y trazado y conseguido, calzándolo en su vida como había calzado a Laura en su vida y a París en su vida.
Cada nueva carta insinuaba por un rato (porque después él las borraba en el acto mismo de contestarlas cariñosamente)
que su libertad duramente conquistada, esa nueva vida recortada con feroces golpes de tijera en la madeja
de lana, que los demás habían llamado su vida, cesaba de justificarse, perdía pie, se borraba como el fondo de las
[15] calles mientras el autobús corría por la rue de Richelieu. No quedaba más que una parva libertad condicional, la irri
sión de vivir a la manera de una palabra entre paréntesis, divorciada de la frase principal de la que sin embargo es
casi siempre sostén y explicación. Y desazón, y una necesidad de contestar en seguida, como quien vuelve a cerrar
una puerta.
Esa mañana había sido una de las tantas mañanas en que llegaba carta de mamá. Con Laura hablaban poco
[20] del pasado, casi nunca del caserón de Flores. No es que a Luis no le gustara acordarse de Buenos Aires.
__________ se trataba de evadir nombres (las personas, evadidas hacía ya tanto tiempo, los verdaderos fantasmas
que son los nombres, esa duración pertinaz). Un día se había animado a decirle a Laura: “Si se pudiera romper y tirar
el pasado como el borrador de una carta o de un libro. __________ ahí queda siempre, manchando la copia en limpio,
y yo creo que eso es el verdadero futuro”. En realidad, por qué no habían de hablar de Buenos Aires donde vivía
[25] la familia, donde los amigos de cuando en cuando adornaban una postal con frases cariñosas. Y el roto-grabado de
La Nación con los sonetos de tantas señoras entusiastas, esa sensación de ya leído, de para qué. Y de cuando en
cuando alguna crisis de gabinete, algún coronel enojado, algún boxeador magnífico. ¿Por qué no habían de hablar
de Buenos Aires con Laura? Pero tampoco ella volvía al tiempo de antes, solo al azar de algún diálogo, y sobre todo
cuando llegaban cartas de mamá, dejaba caer un nombre o una imagen como monedas fuera de circulación, objetos
[30] de un mundo caduco en la lejana orilla del río.
Disponível em:< http://www.enperu.org/informacion-arequipa-clima-en-arequipa-ubicacion-geografica-ciudad-blanca.html> Acesso em: 3 fev. 15. (Parcial e adaptado.)
Assinale a alternativa que completa correta e respectivamente as lacunas do texto nas linhas 08, 21 e 23.